Hay dos elementos sin los cuales no se podría entender el carácter de esta localidad profundamente mediterránea. Por un lado sus fiestas y tradiciones (celebraciones religiosas y lúdicas) destacando su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional, y por otro, las Fiestas de Octubre, su Feria, de marcada relevancia provincial y encuentro de gentes de todas las comarcas vecinas, donde la iluminación, las atracciones y actuaciones de primer orden nacional, la han convertido en espejo y referencia.
Durante el resto del año se celebran fiestas patronales en las diferentes pedanías y barriadas del municipio, vinculadas en honor al patrón de la misma.
Se celebra el 8 de febrero y conmemora el traslado procesional de la Iglesia Parroquial que se encontraba en la antigua C.N. 340, a su actual ubicación en la Plaza del Cura Valera.
A la terminación de la Santa Iglesia Parroquial, en la noche del 8 de febrero de 1739, los Santos Sacramentales fueron trasladados por los vecinos ayudados por la luz de las hogueras desde la antigua a la nueva iglesia, en la que al día siguiente se dijo la primera misa. Dicho acontecimiento ha venido celebrándose desde entonces cada año con la popular y animada fiesta de la Noche de las Lumbres, noche en la que después de la celebración de la Santa Misa, se recrea este traslado con la tradicional procesión del Santísimo y con el encendido de las lumbres a su paso por las principales calles y plazas.
Se celebra el 8 de febrero y conmemora el traslado procesional de la Iglesia Parroquial que se encontraba en la antigua C.N. 340, a su actual ubicación en la Plaza del Cura Valera.
A la terminación de la Santa Iglesia Parroquial, en la noche del 8 de febrero de 1739, los Santos Sacramentales fueron trasladados por los vecinos ayudados por la luz de las hogueras desde la antigua a la nueva iglesia, en la que al día siguiente se dijo la primera misa. Dicho acontecimiento ha venido celebrándose desde entonces cada año con la popular y animada fiesta de la Noche de las Lumbres, noche en la que después de la celebración de la Santa Misa, se recrea este traslado con la tradicional procesión del Santísimo y con el encendido de las lumbres a su paso por las principales calles y plazas.
El día 27 de febrero Huércal-Overa conmemora el nacimiento de uno de sus hijos más queridos, Salvador Valera Parra, el Cura Valera (27/02/1816). Durante ese día se realizan diversas actividades, entre las que se encuentran ofrendas de flores y visitas a su casa natal.
«El «Cura Valera», tal como es conocido, fue párroco y arcipreste de Huércal-Overa en la segunda mitad del siglo XIX, marcando la historia de esta villa almeriense del sureste español. Su figura pervive al paso del tiempo, siendo en la mente y el corazón de todos, el hijo más preeminente de esta población.
Ya en vida del Siervo de Dios don Salvador Valera Parra era patente la fama de santidad de la que gozaba entre sus paisanos y feligreses de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Huércal-Overa, así como en las parroquias anteriores de la diócesis de Cartagena que había servido. Tras su muerte, acaecida en 1889, su fama de santidad siguió extendiéndose.
Casi un siglo después, comprobada la viveza de la fama de santidad que el Cura Valera seguía manteniendo principalmente en Huércal-Overa, se constituyó en la parroquia la <Junta pro beatificación del Cura Valera>, con la finalidad de ser la parte actora que la representara y promoviera los trabajos de la Causa de Canonización. Sus estatutos fueron aprobados por el entonces Obispo de Almería, Mons. Manuel Casares Hervás, el 16 de enero de 1988.
Comenzaron así los trabajos necesarios para iniciar la Causa de Canonización de don Salvador Valera Parra, el <Cura Valera>, para lo cual se designó Postulador de la misma a don Juan Sánchez Sánchez, que el 15 de diciembre de 1990 solicitaba el Obispo diocesano, Mons. Rosendo Álvarez Gastón, la apertura de la Causa en su fase diocesana, que se produciría el día 26 de febrero de 1991. Concluida por este mismo prelado dicha fase diocesana el día 14 de junio de 1996, la Causa comenzó su andadura romana, guiada por la nueva postuladora doña Silvia Correale, junto con la acción del Vicepostulador en la diócesis, Mons. Ginés García Beltrán».
Así llamamos a un tipo de carnaval único y especial, cuyo disfraz consiste en una camisa blanca, sujeta por una cuerda o cinturón ensartado de muchos cencerros; la cara cubierta con una careta de cartón y la cabeza tapada con un pañuelo. Las piernas y brazos eran ennegrecidas con un tizón (palo a medio quemar).Debajo de la camisa, unos calzoncillos y es muy probable que en otros tiempos, no llevaran nada. De ahí el nombre de peloteros: por andar en pelotas. Como preámbulo de la fiesta, se comen un cordero acompañado de un buen vino (comida de hermandad). En esto conectan con los orígenes y como dice un amigo “la danza sale de la panza”. Después el rito de vestirse, dónde los mayores adiestran a los jóvenes en maneras de vestirse y en comportamiento… y todos se animan entre si. Después los encuentro entre grupos y las competiciones de cencerros, son momentos especiales para demostrar la fiereza, fuerza y virilidad de cada grupo y de cada pelotero. Y la prestancia, tamaño y sonido de sus cencerros, moviendo rítmicamente sus caderas… Y a recorrer las calles de Overa buscando mozas para abrazarlas, correr los caminos de un barrio a otro, uniéndose con las mascaras de camisa o peloteros de los demás sitios y haciendo la fiesta comunitaria, alegre, efusiva…
Las mujeres cada vez se esconden menos y participan más activamente de la fiesta. En la mayoría de los casos no sólo son abrazadas sino que también son aupadas. No sería extraño que en pocos años también las mujeres se vistan de máscaras de camisa y ayuden a mantener y actualizar la tradición.
Pero hubo un tiempo en el que se vivía un carnaval diferente al actual. Las mascaricas de curucurú se convierten en diversión preferida del carnaval de Overa. Se caracterizaban por la ocupación masiva de las calles que unida al anonimato convertían a esta manifestación carnavalesca en la fiesta popular por excelencia y en un reflejo de las mismas gentes que la impulsan y acogen.
La indumentaria era expresión de las costumbres y formas de vida de la época. Iban ataviadas con vestimentas que se encontraban en los propios hogares: era el día de abrir las arcas y sacar ropas antiguas, algunas enviadas por familiares que se encontraban en el extranjero. Con ellas se caracterizaban para su puesta en escena y dejaban volar su creatividad e imaginación. La cara se la cubrían con una media o con un pañuelo con orificios para los ojos y boca (en algunos casos se pintaban la cara con azulete). La voz era otro elemento a enmascarar, y para ello cambiaban el tono con un único fin: evitar ser reconocidas.
En estos tiempos se siguen las mismas pautas en muchos casos, aunque se han ido introduciendo los avances en caretas, maquillajes, adornos, temáticas… ¡¡¡CURUCURÚ….QUE NO ME CONOCES TÚ!!!
Estos carnavales de comparsas intentan demostrar el lujo y poderío de una comunidad, más que las críticas y parodias que por supuesto también pueden contener. Esta manifestación del carnaval, que en España nace el siglo XVIII, en Overa tiene sus precedentes a principios del siglo XX, con comparsas formadas por vecinos ataviados con sus mejores galas, en algunos casos montados sobre burras, otros años vestidas de refajonas… En los últimos años las comparsas han tenido una gran difusión y variedad en nuestro carnaval. La imaginación no tiene límites y podemos disfrutar de comparsas a pie, a caballo, en fantásticos vehículos… Y cada año van en aumento, tanto en número como en creatividad.
Tradición muy antigua, desde hace unos años desaparecida, Los Osos salían en la Noche de Las Lumbres y en el carnaval. Cada grupo de osos estaba formada por el osero (hombre fuerte y rústico) que sujetaba con dos gruesas cuerdas a dos enormes osos (Se trata de un disfraz con dos zaleas, pieles de oveja o carnero curtidas de manera que conserven la lana y las orejas del animal. No llevaban cencerros y también se tiznaban las piernas y los brazos. Paseaban las calles buscando mozas para abrazarlas, utilizaban para ello la sorpresa y el sigilo… En algunos casos también se vestían mujeres. Es urgente recuperar esta tradición para que no caiga en el olvido.
Si bien cuando y donde aparece el encaje de bolillo se desconoce, lo que sí es cierto es que es una actividad artesanal estrechamente vinculada a las mujeres, y típica de los países mediterráneos.
Concretamente en Huércal-Overa, han sido muchas las mujeres que han aprendido esta técnica de generación y en generación. Una forma de ocio creativa, que en muchos casos, fue una importante fuente de ingresos para ayudar a las economías familiares.
Aunque en Huércal-Overa nunca se dejó de hacer, hubo una época en que apenas se escuchaban en las casas y en las calles el tintinear de los bolillos, o se veían los corros de mujeres sentadas en torno a sus muñecos, elaborando los encajes.
Fue a mediados de la década de los 90, cuando una iniciativa conjunta del Centro de Personas Adultas y el Centro de la Mujer retomó esta actividad, creando un taller de encaje de bolillo, que se impartió durante años. Posteriormente fue el Centro de Mayores el encargado de organizarlo.
Con la creación de la Asociación de Mujeres Encajeras en 2007, se inicia otra etapa en la que la organización de los encuentros anuales de bolillo en Huércal-Overa, y la participación de las encajeras huercalenses en eventos organizados en otras ciudades de España, posibilita que esta actividad artesanal vaya recobrando la relevancia que un día tuvo.
Hoy por hoy, se elabora encaje de bolillo en casi cada pueblo de España, y se rescata y recupera esta tradición centenaria en la que participaron y participan miles de manos de mujeres.
Hablamos de una actividad que se lleva realizando desde hace diez años por la la Asociación de Vecinos del Centro Histórico con la colaboración del Ayuntamiento con el objetivo de que la gente conozca, y no se pierda, uno de los dulces tradicionales más importantes de la cocina huercalense: la empanada de almendra.
Desde bien temprano se concentran en la Glorieta decenas de personas, mujeres en su mayoría, para elaborar la tradicional empanada huercalense de Navidad, una empanada blanca con almendra que es imprescindible en los hogares para celebrar estas fiestas. Tanto es así que las mujeres huercalenses suelen elaborarla en sus casas de cara a las fiestas, se reúnen familias, amigas, madres con hijas, para preparar estas empanadas, una receta que pasa de generación en generación y que aunque todas son iguales en cada casa tienen su particular y pequeño secreto para darle un toque diferente.
Día de la Candelaria, conocida como el día de la Torta, una de las tradiciones más antiguas de la localidad que se celebra el día 2 de Febrero.
La jornada festiva comienza con la celebración de una santa misa en la iglesia de esta pedanía, cuya tradición es presentarle a la Virgen los niños que han nacido durante ese año.
Seguidamente comienza la procesión con la imagen de la patrona la Virgen de las Nieves con el acompañamiento musical durante el desfile profesional.
Concluida la procesión por las calles de este núcleo urbano, se procederá al tradicional sorteo de la torta, la cual también procesionaria en manos de unos vecinos delante del paso de Santa María de las Nieves.
La actividad festiva seguirá con una fiesta culinaria donde todos podemos disfrutar de la gastronomía que nos ofrecen con ricas y tradicionales tapas.
Política de Privacidad | Política de cookies | Mapa Web | Buzón de Sugerencias